Título: Gran
soufflé
Autora:
Lola Piera Lozano
Género:
cómico
Editorial:
SEPHA
Colección:
Anécdota
Páginas: 338
pp.
Precio:
16,95 €
Cómo
surgió la idea de esta novela
A
veces las cosas surgen de un simple comentario o chascarrillo. Esta novela se
empezó a gestar en el verano de 2007. En casa de Yolanda y Paco, una tarde de
agosto mientras disfrutábamos de una agradable y perezosa charla y un café.
Una
noticia que ese día venía en el periódico nos llamó la atención: un crítico
gastronómico desapareció sin dejar rastro después de haber comido en uno de los
restaurantes con más categoría del planeta y dejando la cuenta sin pagar.
A
partir de este hecho, los tres empezamos a divagar e imaginar una historia que
acotara tal hecho. Siempre dentro de un marco de hilaridad y esperpento, como
no podía ser de otra forma. Como resultado de aquella tarde vacacional es esta
novela, cuyo único fin es el de entretener al lector.
Sinopsis:
Arturo
Calviá ha dedicado su vida a levantar el prestigioso restaurante L’Espatarrat y
está a punto de ver la culminación de su carrera con una importantísima comida
para altos mandatarios internacionales en la que la peculiar ministra del
Interior ejerce de anfitriona, pero la madrugada anterior ocurre un trágico
acontecimiento: un conocido crítico gastronómico desaparece.
A
partir de este momento los hechos van sucediéndose a una velocidad trepidante,
conforme los pintorescos personajes de la trama hacen acto de aparición, como
el cocinero con cuadros de ansiedad, el sommelier daltónico, su jefe de
sala con alma de gánster o su ex, una fanática de la filosofía zen.
Opinión:
Gran
soufflé de Lola Piera Lozano. ¿Qué me ha parecido?
Cogí
el libro con muchas ganas y expectativas. Un prestigioso restaurante de cocina,
una misteriosa desaparición, unos personajes peculiares y, todo esto,
acompañado de un toque de humor. Aun así, no me ha acabado de convencer.
Es
uno de esos libros que no me he terminado; que he dejado a medias (cosa que no
suelo hacer), y no porque la trama sea aburrida (aunque es un poquito lenta
para mi gusto), sino porque está plagado de faltas de ortografía. Leía y leía y
me encontraba algún error como “articulo” sin tilde, y me decía: “esto ha
debido de ser un descuido, seguro que más adelante mejora”. Tampoco le di mucha
importancia porque yo soy muy quisquillosa para estas cosas y, normalmente,
siempre encuentro alguna que otra falta (hay que decir que soy filóloga
hispánica, y este tema lo llevo en la sangre jajaj), pero me planté en el
momento en que vi una coma entre sujeto y predicado. ¡Cuántas veces les habré
dicho yo a los alumnos que esto es inadmisible, inaceptable! ¡La coma
respiratoria o coma criminal nunca se debe plasmar en el escrito!
Entonces,
fui a buscar a qué se dedicaba la escritora y vi que era ingeniera. “Es ingeniera”
pensé a su favor “no tiene porqué saberlo”. Pero… ¿y la editorial?, ¿antes de
publicar un libro no pasa por un corrector?